miércoles, octubre 06, 2010

Momentos dorados de la religión.

Aquí podemos observar a Adolf Hitler con el obispo del Reich, Ludwig Muller y un misterioso pero siniestro personaje.


"La grandeza de la cristiandad no radica en los intentos de negociación para encontrar compromisos con cualquier otra opinión filosófica similar en el mundo antiguo, sino en su inexorable fanatismo al predicar y luchar por su propia doctrina" Adolf Hitler, Mein Kampf.






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