Otra vez lo amenazaron con llevarlo a la celda de castigo. Una especie de pozo de unos 5 metros de profundidad y con un área de apenas 2 x 2 metros en dónde nunca entraba la luz. A la mayoría le aterraba acabar en ese lugar. Muchos salían de ahi completamente deschabetados, otros enfermos cubiertos en su propia mierda y mordidos por las ratas. El ya había estado ahi. en realidad no lo había pasado tan mal, se mantenía en una mitad de la celda y la otra la usaba para defecar. Para evitar a las ratas dejaba un poco de su ración diaria de pan en una esquina y con eso era suficiente para no ser molestado, además dormía poco. Ocupaba la mayor parte del tiempo en pensar. Ya habia pasado el tiempo en el que pensaba en su familia, ya no valia la pena torturarse, ya no pensaba en mujeres, la masturbación era suficiente, en resumén ya no pensaba en estar afuera. Pensaba en el exterior pero de otra manera, en la manera en la que se dieron las cosas para que el y muchos otros terminaran en ese lugar. Crímenes de guerra, el simple concepto es estúpido. Diario morian personas, niños, soldados, mujeres. Lo habían llamado fanático, el no se consideraba eso, el era un mercenario. Si a el le pedían que subiera a un edificio y disparara a objetivos civiles al azar el lo hacia y punto. El fanático era el que le pagaba, a el simplemente le importaba la paga puntual. Se creía hasta cierto punto imparcial, por eso su sistema de disparar a un niño, una mujer y un hombre, y así sucesivamente. ¿Culpa? No, esa se pierde en cuanto pones las cosas en perspectiva y piensas que tu podrías estar en la mira de otro francotirador en cuanto dejes tu puesto.
1 comentario:
Si los carniceros duermen tranquilos, los mata pollos, los pescadores, y así un largo etc...
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