Despertaba en la oscuridad con el metálico sabor del miedo en la parte de atras de la lengua. Gotas de sudor escurriendo por la frente y bajo mi cabeza la almohada empapada. Eran las mismas pesadillas una y otra vez y a pesar de conocer el desenlace de antemano siempre abría los ojos asustado.
En esa época nos cortabamos los brazos con hojitas de acero afiladas.
Hace mucho que ya no tengo esas pesadillas, ahora duermo como lirón y me acarician los brazos.
2 comentarios:
deveras que el miedo sabe así, yo decía o es eléctrico o es metálico, pero se siente ojete, pinche vulnerabilidad.
sniff, yo quiero dormir bien, aunque sea sólo una noche y sin brazos acariciados
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