Nos llamo la atención la descripción que se hacía de la imagen y la buscamos. La miramos por un buen rato y comentamos vaguedades. Seguimos hablando de ello en un café con mesas en el jardín, junto al carrito de hot-dogs en el parque y durante los cortos antes de la pélicula.
Al salir del cine pensamos que el libro tenía razón. La imagen no dejaba de ser siniestra.
1 comentario:
Pus pinches malviajados.
Yo no le veo lo siniestro.
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